Sunday, July 16, 2006

DEL RIGOR HISTORICO Y OTROS RIGORES

Todos, alguna vez, hemos sido espectadores (u oyentes de espectadores), es decir, hemos considerado por activa o por pasiva la falta de rigor de determinados aspectos de una película, cuando no de una película entera. El problema que pretendo pensar se desglosa en dos preguntas: ¿a qué rigor nos estamos refiriendo? y ¿qué consecuencias conlleva la falta de rigor?.

Un reproche clásico al que se enfrentan numerosas películas es el de la falta de rigor histórico que, en el fondo, es una variante de la falta de rigor científico. Se trata de una acusación que nace del conocimiento del espectador sobre las manifestaciones de una época o sobre las manifestaciones de nuestros conocimientos de la "realidad histórica" en el marco de una película. El reproche será, entonces, más o menos intenso dependiendo de los conocimientos del espectador. Pero pensemos lo siguiente: a todos nos rechinará, por ejemplo, que en el transcurso de una pelea entre gladiadores en la época del Imperio Romano uno de ellos luzca un hermoso reloj pero son pocos los que caerán en la cuenta de –qué sé yo- lo erróneo del vestuario de "Los señores del acero" o de que es físicamente imposible la subida de King Kong al Empire State Building ya que no podría, con su peso, soportar la fuerza de la gravedad (este último ejemplo es inadecuado: "King Kong" es abiertamente una fantasía y en la fantasía son lícitas, por su carácter, estas licencias. En cambio, "Los señores del acero" siempre se ha presentado como un retrato fiel de aspectos de la época tratada. Es una cuestión de pretensiones: las acusaciones a "King Kong" serían deshonestas pero el ejemplo me vale como caso –hipotético- de reproche desde una perspectiva científica). Una tentativa sería decir que, de cara a la mayoría, es suficiente en una película con que haya una considerable –y por tanto convincente- dosis de fidelidad ambiental. Pero, ¿dónde marcar lo considerable de la dosis?: los expertos en materia histórica o científica lanzarán la acusación, razonable, de falta de rigor y de pasar por alto errores que se deben subsanar puesto que no es incompatible hacer una película con que ésta sea rigurosa; de lo contrario, se caería en el halago de la ignorancia, en la falta de verosimilitud y de credibilidad y en el cuestionamiento de los planteamientos de los responsables del film.



Ahora bien, conviene relativizar la cuestión desde el momento en que comprobamos que los mismos que abominan de errores de ambientación en películas que representan épocas pasadas (dudé en nombrarlas "de época": pero es que todas lo son) quizás no se percaten de fallos como, por ejemplo, la música de "El Piano", igualmente equivocada (¿se imaginan en la época histórica que muestra el film al personaje principal interpretando música minimalista?) o, especialmente, nunca se plantearán lo falaz que resulta la lengua en tales películas: si se quiere ser riguroso realmente, en tales películas se debería hablar del modo en que se hablaba en las épocas en que ficcionalmente acontecen –algo parecido al intento de Umberto Eco en su libro "La isla del día de antes"-. Hacerlo sería tarea fascinante –o no- pero improbable: sería una elaboración intelectual a posteriori; la lengua no sería la de la época sino la que nosotros creemos que se hablaba en la época. Y si no se intenta se me ocurren tres motivos para ello: comodidad, imposibilidad o acercamiento a la sensibilidad del espectador actual. Este último convertiría a tales películas en evocaciones con la Historia de fondo en las que se desarrolla una narración que interesa dramáticamente al espectador que las ve y, de paso, nos permitiría distinguir entre aquellas películas que pretenden ser una plasmación fiel de la época narrada y aquellas otras que se sirven de la evocación de esas épocas para otra cosa.



La conclusión a la que llegamos es la siguiente: el espectador que sabe de historia y que acusa de falta de rigor a una película, no sabe de música; el que sabe de música quizás no sea lingüista, etc… Es muy difícil que en un mismo espectador encontremos a un musicólogo, a un lingüista, a un historiador, a un físico, a un psicólogo… Todos (y ya me estoy refiriendo a todos en cuanto personas y no sólo a aquellos que tienen una formación específica) tienen un bagaje que hacen operar sobre la película que ven. Por ejemplo y personalizando el caso: me fijo, sobre todo, en la posible falta de rigor cinematográfico. Lo que pretendo decir es que una misma película puede no satisfacer a todos por igual por las diferentes ópticas que ponen en juego los espectadores. Y cada espectador prioriza unas sobre otras. Y para despedirme del rigor histórico: si convenimos que no es posible la ambientación perfecta (la historia no es una ciencia exacta) sino sucesivas aproximaciones a la ambientación perfecta, evocaciones más o menos conseguidas, estamos poniendo un interrogante sobre las acusaciones de falta de rigor histórico pues estamos siendo rigurosos con esa acusación y, al mismo tiempo, dando un margen de libertad a las películas: no siempre pretenden ser una lección de Historia. Enlazando con todo lo anterior: yo no sé si, por citar una película, "Scaramouche" tiene o no una ambientación (casi) perfecta pero eso no me impide maravillarme cada vez que vuelvo a verla. O interesarme, por ejemplo, con "Los señores del acero".

2 Comments:

Blogger lengua asesina said...

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8:43 AM  
Blogger Chichi said...

cierto es! las personas buscan afinidad, intereses y conocimientos a la hora de ver películas de ahí que quieran sacar una conclusión. Lo malo de una película es que te deje indiferente...eso significa que no esté lograda o uno mismo no tenga ese rigor.

3:14 AM  

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