Sunday, August 06, 2006

"LOOKING FOR RICHARD" (Al Pacino, 1996)

En una breve escena, en la que Pacino se halla inmerso en una soirée de inconfundible sabor neoyorquino, una de las asistentes comenta la idea de hacer un montaje (no recuerdo de qué tipo: teatral, cinematográfico...) a propósito de "Macbeth", en el que los personajes de la obra se verían convertidos en cantantes de blues. La reacción de Pacino es la de coger del brazo a su ayudante personal (aquel que le acompaña continuamente en los preparativos y elaboración de "Looking for Richard"), diciéndole: "Sácame de aquí".

Sorprende en "Looking for Richard" el respeto, la fidelidad, casi afirmaría el escrúpulo, con que Al Pacino encara su adaptación de "Ricardo III". Varias cosas llaman la atención del film de Pacino (un film, por otra parte, nada shakespeareano: ni emociona ni es causa alguna de conocimiento). En primer lugar, su supuesta adscripción al pujante subgénero del falso documental ("falso documental", dos palabras que, cuando aparecen juntas, suelen ponerme nervioso): en "Looking for Richard", Pacino alterna el montaje de los preparativos de la adaptación fílmica de "Ricardo III" con las escenas, ya filmadas, de dicha adaptación. Entre los preparativos destacan los trabajos de documentación (entrevistas a especialistas en la obra de Shakespeare), la búsqueda de localizaciones, las lecturas y ensayos con los actores y, muy especialmente, las conversaciones de Pacino con los miembros de su equipo, conversaciones en las que conocemos sus ideas y emociones con respecto a la pieza original. Resulta interesante remarcar el hecho de que Pacino no conceda espacio al making off propiamente dicho: "Looking for Richard" dirige su mirada al teatro, más que al cine, aún tratándose de un film sobre el rodaje de un film. Quizá ello sea debido al amor de Pacino por el bardo de Stratford-upon-Avon: no hay más que ver la expresión del actor-director, totalmente de arrobo, en las escenas que dan cuenta de su visita al Teatro Globe de Londres.

Iniciada, con buen pie, mediante una serie de planos exteriores de un castillo sobre los que se escuchan unas palabras extraídas de "La tempestad" (IV, 1: "Estamos tejidos de idéntica tela que los sueños, y nuestra corta vida se cierra con un sueño"), el film de Pacino termina por revelarse insatisfactorio. En mi opinión, su estructura, basada en un movimiento pendular que lleva del documental a la ficción y viceversa, se muestra deslavazada: peca de superficial. Abundan las reiteraciones, cuando no lo insustancial. Prueba de su llamativa superficialidad es el hecho de que Pacino insista, una y otra vez, en la célebre frase: "¡Mi reino por un caballo!", como si "Ricardo III" fuera obra de una única frase. El rasgo es muy hollywoodiense: simplificar, buscando el reconocimiento inmediato del espectador. No resulta difícil imaginar que, en el caso de haberse interesado por "Hamlet", Pacino hubiera abusado del "Ser o no ser" y de la calavera de Yorik; o de haber planeado un "Looking for Romeo and Juliet", el acento hubiera estado situado en la escena del balcón y en la de la muerte de los jóvenes amantes.

Fidelidad. En los bloques que dan cuenta de los preparativos del film, Pacino expresa sus dudas y opiniones con respecto a su labor de adaptación. Entre los temas más interesantes que plantea "Looking for Richard" se encuentra la cuestión de si es posible acercar el arte de Shakespeare al público actual y cómo. Es curioso comprobar que la respuesta de Pacino tenga fidelidad por nombre, pues es tanto como afirmar que Shakespeare se acerca sólo, debido a su genio universal. Prueba de su absoluto respeto hacia "Ricardo III" y su autor, es el hecho de que los diálogos puestos en escena por Pacino no varíen, ni una coma, los del original teatral. Es algo de lo que no se libró ni Orson Welles (destacaría su maravilloso copy-paste de "Campanadas a medianoche"), por más que Pacino carezca, evidentemente, de la maestría visual de aquel. Cuando otro de los centros de interés del film es el de la importancia de la nacionalidad (ser inglés o americano) a la hora de interpretar a Shakespeare, no deja de ser curioso que, el que probablemente haya sido el mejor adaptador, en cine, de la obra de Shakespeare, tenga origen nipón: me refiero a Akira Kurosawa. Más que en "Trono de sangre" (adaptación de "Macbeth"), es en la colosal "Ran" (nacida de "El rey Lear"), donde se encuentra lo mejor de Kurosawa: en lo que respecta a Shakespeare, Kurosawa prescindió del verbo y del paisaje (trasladando las historias al Japón feudal), pero sus imágenes, tan extraordinarias como las palabras de aquel, mantuvieron intactas las almas de sus personajes. Brevemente: hizo gran cine.

3 Comments:

Blogger lengua asesina said...

¿Prometes que serás breve?, pues yo prometo que seré bueno...
vuelvo a no enterarme muy bien de lo que cuentas, ni como llegas a acabar hablando del Maestro Nipón. Debo decir a tu favor que,lo mismo, si en vez de llamarme Lengua Asesina me llamase Lengua Culta sabría lo que significa arrobo o soirée o lo que es un barbo de Stratford-Upon-aron, que para mí podría ser un pez de agua dulce tropical. Pero bueno creo que vuelves a gastar inútilmente energía y talento hablando de un tema que no te interesa ni a tí.
Por último. ¿No te marea como a mí las letras blancas sobre fondo azul que se cruzan con las de la linea inferior? ¿A ver si voy a acabar siendo la lengua bizca?...

3:27 PM  
Blogger jvelasco said...

Pues quizá tengas razón, no sé.

2:49 AM  
Blogger Chichi said...

Bien llevado Javi, bien llevado! Lengua asesina no seas tan víbora qué esta crítica es mucho más llevadera que otras que he leido. Si hay algo que no entiendes (cosa que me pasa cada 3,2 segundos) subrayas la palabra, boton derecho del ratón y "Search web for..."

2:13 AM  

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